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Dermatitis atópica en niños/as

La dermatitis atópica es un proceso inflamatorio de la piel caracterizado por intenso prurito y piel seca, que presenta una evolución crónica y cursa en forma de brotes. Puede debutar a cualquier edad, pero es mucho más frecuente en la infancia; el 50% de los casos se diagnostica durante el primer año de vida. El número de casos ha aumentado en los últimos años, pudiendo afectar en la actualidad a 1 de cada 5 niñ@s.

Su causa está muy influida por la genética ya que hasta el 70% de los pacientes tienen familiares “atópicos” (enfermedades relacionadas con la alergia como el asma, urticaria, rinoconjuntivis o alergia a alimentos/fármacos). 

Estos pacientes tiene una piel con unas uniones alteradas (fundamental filagrina y ceramidas), estando la barrera cutánea afectada y con predisposición a la inflamación. Pensad en una pared de ladrillos  con un cemento defectuoso que provocará huequecitos entre los ladrillos. Esto facilita que se pierda agua y que puedan “colarse” sustancias como irritantes/bacterias-hongos/alérgenos (sustancias con capacidad de desencadenar alergia). De ahí que algunos niños puedan desarrollar la marcha alérgica, presentando de forma progresiva alguna alergia alimentaria, rinitis y/o asma.

El diagnóstico es clínico. Como norma no hay que realizar pruebas de laboratorio. 

La enfermedad cursa como brotes de eccemas. Zonas de piel rugosas-ásperas, enrojecidas y que pican. Según la edad, varía el sitio del cuerpo donde se localizan. Lo bueno es que con los años muchos niños van mejorando.

¿Qué puede desencadenar los brotes?

– El contacto directo con sustancias sobre la piel, como el nylon, el poliéster, la lana, los plásticos y gomas, así como suavizantes.

– El sobreabrigo (en invierno puede ser causa de brote), ropa ajustada, el calor. El sudor de por sí es un irritante.

– El tabaco. Como no, este interviene en casi todo lo malo. Las 4000 sustancias nocivas que contiene se depositan sobre la piel.

– Situaciones de estrés, como pueden ser determinados momentos emocionales, el dolor o las infecciones. 

Cuidado de la piel. Tratamiento

La clave para un buen control es conocer la enfermedad, explicando la importancia del cuidado de la piel y hacer el tratamiento de forma adecuada.

Usar ropa de algodón, no ajustada, y cortar las etiquetas. Cortar las uñas del niño, para evitar lesiones por rascado con riesgo de sobreinfección. El rascado puede a su vez aumentar la inflamación. Intentar no regañar al niño sobre el rascado, pudiendo generar más estrés. Disponemos de tratamientos para que el picor mejore (los antihistamínicos han perdido relevancia al conocerse mejor la vía que desencadena el picor).

Una buena higiene evita que la piel se contamine con bacterias, y el baño produce un lavado sobre irritantes o alergenos depositados. Se recomienda ventilar la casa cuando el niño no esté presente, y evitar alfombras, peluches…en los que se pueden acumular los ácaros del polvo (al depositarse sobre la piel pueden irritar, y a su vez desencadenar una futura alergia. Al igual que los pólenes). Mantener una temperatura en casa agradable, evitando exceso de calefacción.

Los baños se pueden realizar de manera diaria, de unos 5 minutos, con agua templada. Es importante que la piel esté bien hidratada. Los emolientes tienen aceites, parafinas, vaselina, ceramidas, urea …para mantener el agua en la piel (el mejor momento para aplicarlos es tras el baño con la piel aún húmeda). Se aplican 1-2 veces al día. Secar la piel con la toalla, a golpecitos sin frotar. 

Cuando aparece el brote hay que aplicar cremas de tratamiento. No usar emolientes si existen lesiones de rascado o heridas, dado que empeorarán. Para tratarlo, se usan corticoides tópicos, de potencia antiinflamatoria y presentación variable según la intensidad y la zona corporal afectada. También se pueden usar cremas inmunomoduladoras.

Hay que desmontar la corticofobia y falsos mitos sobre los efectos perjudiciales del corticoide. El pediatra explicará la forma de aplicación y durante el tiempo necesario. Son tratamientos muy seguros si se aplican de manera adecuada.

Lo mejor es iniciar el tratamiento de forma precoz, cuando se nota la piel roja, rasposa o se rasque. Tras mejorar la piel se sigue con el emoliente. Si no mejora con el corticoide debe ser valorado para descartar infecciones de la piel, siendo necesario a veces complementar con antibióticos o tratamiento contra los hongos.

¿Y en verano?

El verano es una época fenomenal porque los niños pueden tener más exposición solar (tiene efecto antiinflamatorio). Siempre con la precaución de usar fotoprotección 50 con asiduidad y evitando las horas centrales del día. 

Pero a su vez, estarán expuestos a muchos irritantes en las piscinas y playas: el sudor, cloro, aguas salinas, algas, arena…de ahí la importancia de retirar dichas sustancias con baños cortos al regresar a casa, e hidratar la piel.

No hay un tratamiento que cure. El objetivo es que el niño lleve una vida “normal”, teniendo la enfermedad lo más controlada posible, con el mínimo número de brotes y evitando las sobreinfecciones.   

Recordar que la piel sana se hidrata, la enferma se trata.

Más información…

  •  Decálogo de la dermatitis atópica. Familia y salud.   
  •  Dermatitis atópica. Enfamilia
  • Normas generales dermatitis atópica SEICAP
  • Vídeo: Alex, no te rasques.

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